Una de las preocupaciones más obvias para un ser que vive en un sistema planetario es el impacto de un gran meteorito. En la Tierra, objetos con un diámetro de varios kilómetros impactan cada pocos cientos de millones de años. La probabilidad de resultar muerto es prácticamente comparable a la de fallecer en un accidente de aviación. Paradójicamente, nos gastamos enormes sumas de dinero en seguridad aérea y muy poco en la detección de objetos cercanos a la Tierra susceptibles de acabar con nuestra civilización.
Sin embargo, existen otras clases de amenazas:
Bola de nieve
Estos eventos no deben confundirse con otros conocidos como Edad de Hielo. En un evento "Bola de nieve" la totalidad del planeta ha estado cubierto por una capa de hielo. Esto ha podido suceder hasta en cuatro ocasiones a lo largo de los últimos 800 millones de años. Las temperaturas cayeron hasta los 50 ºC bajo cero y el espesor de la capa de hielo pudo superar los 1000 metros. Quizá solamente puedan sobrevivir los organismos cercanos a los volcanes o bajo capas de hielo delgadas en el ecuador.
El evento bola de nieve se produce por razones conocidas y relativamente simples. Una vez que se genera una capa de hielo (por la razón que sea) ésta refleja gran cantidad de luz solar incidente, con lo que la superficie terrestre se enfría aún más, produciendo un grosor de hielo mayor. ¿Cuándo se detiene el proceso? Sencillamente, son los volcanes, con su actividad ininterrumpida, los que terminan con el evento, liberando enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera e incrementando enormemente el efecto invernadero.
Supervolcanes
Aunque los volcanes parecen ser nuestros benefactores durante las épocas de eventos bola de nieve, no resulta menos cierto que han tenido mucho que ver con la casi extinción del Homo sapiens.
La evidente falta de diversidad genética ha hecho que algunos biólogos hayan propuesto que el Homo sapiens surgió de un "cuello de botella genético" hace ahora unos 75.000 años. Un cuello de botella se produce cuando el tamaño de una población se reduce de forma drástica. En el caso de nuestra especie, el número total de individuos pudo haber caído hasta solamente unos pocos miles, casi la extinción. De hecho, el volcán Toba, en Sumatra, entró en erupción hace 74.000 años y fue tan violenta que se piensa podría haber generado un invierno nuclear (aunque sin radiación, obviamente).
Extinciones en masa
La vida en la Tierra ha experimentado varias extinciones masivas, entendiendo por ello el período durante el cual la biodiversidad sufre una reducción significativa. A lo largo de los últimos 540 millones de años ha habido unas 15 y, antes de esto, seguramente muchas más, pero no han dejado registro fósil. En seis de estos eventos globales, más de la mitad de las criaturas vivas desaparecieron. Estos seis períodos se conocen, en orden cronológico, como Cámbrico, Ordovícico, Devónico, Pérmico, Triásico y Cretácico.
La extinción del Cámbrico tuvo lugar hace 540-500 millones de años y fue la más seria de todas las extinciones en masa conocidas. A partir de ella, en lo que se conoce como "explosión cámbrica", evolucionaron cientos de nuevas especies, de las que proceden todas las criaturas que conocemos hoy.
Las extinciones del Ordovícico, hace 440 millones de años, y la del Devónico, hace 370, acabaron con el 20% de la vida marina. Los efectos en tierra son menos conocidos debido a la pobreza del registro fósil que ha quedado. No se conocen las causas de la extinción y, de haber sido un impacto de meteorito, no hay trazas del cráter producido.
La extinción del Pérmico tuvo lugar hace 250 millones de años y terminó con más del 90% de las especies marinas. Se piensa que fueron varias causas simultáneas las que provocaron el desastre.
En cuanto al Triásico y su extinción masiva hace 220 millones de años, muchos científicos piensan que el causante fue un meteorito.
Por último, la extinción del Cretácico, hace 65 millones de años, terminó con la desaparición de los dinosaurios y dio lugar al desarrollo de los mamíferos. Existen multitud de evidencias que señalan un meteorito de unos 10-15 km de diámetro como causa de la extinción: el cráter de 200 km en Chicxulub, el iridio anormalmente alto en las capas rocosas de la época, los granos de cuarzo, etc.
Qué podemos aprender
Es difícil saberlo, ya que todas ellas parecen diferentes. Solamente en los casos del Pérmico y del Cretácico parece haber evidencia sobre las causas. En las otras épocas puede que hayan jugado un papel decisivo otras razones. sea como fuere, en otros sistemas planetarios podrían enfrentarse a amenazas parecidas u otras distintas, quién sabe. Podría haber planetas con vida cuyas órbitas fueran caóticas o inestables, con cambios drásticos en su rotación, cambios climáticos globales... Quizá la lección que debamos extraer pudiese consistir en aprender que los sistemas planetarios son peligrosos y que tarde o temprano las extinciones masivas son inevitables.
Es difícil saberlo, ya que todas ellas parecen diferentes. Solamente en los casos del Pérmico y del Cretácico parece haber evidencia sobre las causas. En las otras épocas puede que hayan jugado un papel decisivo otras razones. sea como fuere, en otros sistemas planetarios podrían enfrentarse a amenazas parecidas u otras distintas, quién sabe. Podría haber planetas con vida cuyas órbitas fueran caóticas o inestables, con cambios drásticos en su rotación, cambios climáticos globales... Quizá la lección que debamos extraer pudiese consistir en aprender que los sistemas planetarios son peligrosos y que tarde o temprano las extinciones masivas son inevitables.
Al admitir lo anterior ya sólo resta un trecho muy corto hasta aceptar la relación evidente con la paradoja de Fermi. En efecto, por un lado, las extinciones masivas pueden haber impedido el desarrollo de vida inteligente en otros planetas. Por otro lado, las extinciones globales podrían ser algo bueno que ocurre muy raramente en esos otros planetas; quizá constituyan un "mal necesario" para el desarrollo de la vida inteligente. Al menos así sucedió con los mamíferos tras la desaparición total de los dinosaurios. Al fin y al cabo, después de cada extinción masiva en la Tierra, la biodiversidad siempre ha recuperado su nivel previo y después lo ha superado.
También cabe la posibilidad de que el desarrollo de las células eucariotas y la explosión del Cámbrico fuesen el resultado directo de haber escapado de eventos bola de nieve. Los cambios químicos que algo así causaría en los océanos, el aislamiento genético de las especies, el aumento de las temperaturas y la rápida fusión del hielo, podrían combinarse para producir un período de rápida actividad evolutiva. Según algunos científicos, ni los animales ni las plantas existirían hoy de no haber sido por los eventos bola de nieve. Y quizá se cumpla lo mismo en todos los demás planetas extrasolares.
El Holoceno es la época geológica que se extiende desde hace unos 10.000 años hasta la actualidad. ¿Estamos viviendo otra extinción masiva? ¿Está la actividad humana provocándola? Al fin y al cabo, con nuestro comportamiento intervencionista acabamos a diario con una enorme cantidad de especies vivas y quién sabe si esto no terminará por provocar cambios climáticos globales. ¿No resulta, pues, bastante probable que la inteligencia se autoextinga inevitablemente?
(Fuente)


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