La deriva génica, junto con la selección natural, la migración y la mutación, es uno de los mecanismos básicos de la evolución. Consiste en el cambio en la frecuencia de los alelos entre una generación y la siguiente,
y tiene lugar porque los alelos de la descendencia son una muestra
aleatoria de los padres, y por el papel que juega el azar en la hora de
determinar si un ejemplar determinado sobrevivirá y se reproducirá.
El cuello de botella poblacional es un ejemplo de deriva génica en el que una población sufre una reducción drástica de tamaño a consecuencia de una catástrofe natural o por caza excesiva. En estas condiciones, sólo existen unos pocos individuos disponibles para aportar genes a la población futura.
Los efectos que provoca este fenómeno consisten al mismo tiempo en cambios en las frecuencias de los alelos y reducción de la variabilidad genética. Así,
incluso si más adelante la población aumenta de tamaño pronunciadamente
estos cambios pueden perdurar durante cientos o miles de generaciones.
Se ha verificado la pérdida de variabilidad genética en el elefante marino del norte (Mirounga angustirostris) debido a este proceso concreto de deriva génica. Este animal fue cazado hasta casi su extinción a lo largo del siglo XIX
y para la última década el número de ejemplares vivos rondaba la
veintena. Puesto que normalmente los elefantes marinos dominantes monopolizan la reproducción y un solo macho se aparea con un grupo permanente de hembras,
es bastante probable que un único macho haya engendrado todos los
descendientes tras semejante reducción a la que se sometió la especie.
Análisis bioquímicos certifican que casi todos los ejemplares de elefante marino actuales son casi idénticos genéticamente, cosa que, obviamente, no ocurre en el resto de especies de focas del planeta.
(Fuente)
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